El por qué de este blog

Siempre me gustó escribir, pero sin público pierde gracia. La escritura, como la música, es una labor íntima y personal, pero sólo alcanza su verdadera medida cuando se comparte con el otro. Cuando era niña, escribía para mi familia; en la universidad, para mis condiscípulos; en mi trabajo, para mis compañeros. Hoy he pensado que a partir de ahora voy a escribir para vosotros. Espero que lo disfrutéis.

9 mar 2011

Clorinda y la ciudad de las almas, o por qué estamos aquí

Llevaba tiempo pensando abrir este blog, pero que finalmente me decidíó fue la jornada de ayer. Día Internacional de la Mujer. Tanta gente comentando si sí o si no, y si convenía o no convenía celebrarlo. Confieso que me sorprendí respondiendo en facebook con respuestas bastante más largas que los comentarios originales, y de repente pensé que ya estaba bien de tener que reaccionar a los comentarios de los demás cuando podría estar dando mis propias opiniones de forma estructurada y dejarme de tonterías.

La verdad es que la Historia y el imaginario colectivo están llenos de mujeres excepcionales. Me ha costado decidirme por una como alter ego. Clorinda puede parecer un nombre cursi, pero todo tiene su razón de ser. Es uno de los grandes personajes de la Jerusalén Liberada de Tasso.

No recuerdo muy bien cómo llegué a conocer a Tasso. Siempre me ha gustado la épica (siempre fui enigmática, y epigramática, y ática y gramática y simbólica también, pero a los epítetos de Muñoz Seca hay que añadir sin falta el de épica), así que supongo que tras criarme con Ulises y Roldán era cuestión de tiempo que me tropezara con Tasso y Camoes, que son los grandes épicos del Renacimiento. Camoes está lleno de guiños a Virgilio, pero Tasso es puro heredero de la tradición medieval y sus héroes cruzados están llenos de carácter y de fallos muy humanos. En su obra salen algunos (no muchos) personajes femeninos, y de los que salen creo que Clorinda es de los pocos que no ha inspirado una ópera barroca, pobriña (si la tiene y lo sabéis, decídmelo, me haréis feliz!). Se trata de una joven cristiana criada por los musulmanes y que, vestida de hombre, defiende Jerusalén en las filas mahometanas. Apercibiéndola un día sin armadura, se enamora de ella el cruzado Tancredo, que después la matará sin saberlo tras una lucha encarnizada.

Clorinda está un poco desdibujada en mi memoria porque hace más diez años que no retomo la Jerusalén Liberada, pero ha quedado en mi mente como uno de los grandes prototipos de la doncella guerrera, la mujer disfrazada de hombre que triunfa en las labores fuera de su estereotipo hasta caer finalmente derrotada por el amor. En versiones menos drásticas de la historia, como el romance castellano, la muchacha recupera su identidad femenina ("Sáqueme la rueca, madre,/ que traigo ganas de hilar,/ que las armas y el caballo/ bien los supe manejar"), pero la pobre Clorinda fue a topar con un autor y un amante más radicales y perdió la vida en el intento. Sabía a lo que se exponía, ojo, dedicándose a las armas, pero al final siempre es quien más amas quien te hace más daño.

¿Por qué acordarme de Clorinda en el Día de la Mujer? A saber. Porque lucha en un mundo de hombres, ciertamente. Pero también porque para meterse en ese mundo de hombres tiene que renunciar a su identidad femenina, y acaba muriendo en el intento.

Si hay una cosa que me sublevó de veras en un artículo que leí ayer, no digo dónde porque total para qué, fue el argumento de que en el mundo de hoy la mujer es libre de elegir si dedicarse a ser madre y cuidar de sus hijos o bien dedicarse a su carrera y olvidarse de todo lo demás. Y me subleva porque soy mujer, y porque por mucha armadura que me ponga para salir a luchar todos los días, por debajo de la armadura sigo siendo mujer. Lo que no me impide tener cerebro, por lo demás. Algo hipertrofiado, lo admito, y demasiado ecléctico para todos los gustos, pero cerebro. Y una lengua más afilada que el acero de Damasco, también, cuando me decido a usarla, aunque con los civiles indefensos procuro refrenarme.

Así que no estoy segura de si éstos que opinan que tengo que elegir viven en mi mismo planeta o no. Tal y como yo lo veo, no tengo que elegir. Puedo elegir si quiero. Y lo digo casi con vergüenza porque tantas otras mujeres que no tienen la más mínima elección. Pero precisamente porque las otras no pueden elegir, tiene que haber de vez en cuando una doncella guerrera para recordar que las mujeres podemos hacer eso y más. Así que si Clorinda ha de luchar, luchará, y si cae en la batalla, pues así sea ("y si caigo, ¿qué es la vida?/ por perdida ya la di/ cuando el yugo del esclavo/ como un bravo/ sacudí"); pero morirá luchando para defender esa Jerusalén seguramente más celeste que terrena donde la gente no se reconozca como hombre o mujer, sino como alma pura, como individuo con derecho a realizarse por sí mismo, sin referencia a su nacimiento, su género, su estado civil, su ocupación o sus afectos.

Así que ahora ya sabéis quién es Clorinda, y dónde queda la ciudad de las almas.

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